Te estas preguntando qué beneficios tiene la práctica de yoga durante el embarazo, qué posturas practicar y cuáles evitar, ¡sigue leyendo!
Esta es una recomendación general, practicamos ásanas después de que se ha realizado la digestión, pero cuando se trata de gestantes, el proceso de digestión es aún más lento por lo que siempre que se sienta «llena» habrá que suspender la práctica.
El sentido del equilibrio cambia y no queremos que se nos caiga una gestante y su bebé, por ello es recomendable practicar con Paul the wall, una silla o algún compañero. Me gusta decir yoga «para el embarazo» y no «para embarazadas» porque es una disciplina que se puede compartir y fortalecer los vínculos afectivos entre los practicantes, como en el psicoprofiláctico. Claro que, si una mujer ya tenía una práctica previa de yoga, su relación con las posturas será diferente, seguramente querrá practicar incluso las inversiones durante el embarazo, aunque es preciso evitarlas durante el primer trimestre. (Ver cuando practicar inversiones).
La respiración ayuda a la relajación y concentración, así que para las embarazadas también recomendamos una respiración completa y profunda, sin embargo hay que cuidar las retenciones que podrían hiperventilarlas en esta condición.
Regresar las sangre de las piernas al corazón implica mayor esfuerzo en las válvulas por ser las extremidades más alejadas, si a ello se agregan problemas de circulación, facilitaremos el flujo sanguíneo en lugar de complicarlo.
El equivalente a nuestro savásana es la postura de costado con una almohada bajo la pierna superior flexionada, como cuando recargamos por encima de la pareja la pierna. De esta forma la circulación sanguínea será más cómoda y protegida ya que al final del embarazo el cuerpo tiene que lidiar hasta con 50% más de sangre.
La glándula pineal es la encargada de producir melatonina, una hormona derivada de la melatonina…
Sirsásana es un parado de cabeza en el que los brazos se colocan de forma…