Para librar batallas

El 26 de enero se conmemoran cinco años del fallecimiento del cuentista y poeta capitalino José Emilio Pacheco, ganador del premio Miguel de Cervantes. En esta nota espero compartirles métodos para librar las batallas de la vida, para ello leo «Las batallas en el desierto» desde una mirada de la psicología.

Miro en «Las batallas en el desierto» un símil entre la realidad proyectada en un una obra de arte y la realidad concreta. En esta obra, las batallas son la metáfora de los problemas, el desierto es la realidad mexicana tempo-espacialmente delimitada en la colonia roma de los años cuarenta pero implica también la soledad de un sujeto con su perspectiva, el desierto es la metáfora de la vida. Retomo 7 situaciones señaladas por José Emilio Pacheco en esta novela, para explicar algunas consideraciones de método en el campo de la psicología, a saber: la falta de métodos, la perspectiva, el contexto, la distancia y el poder de la información. La perspectiva no adultocéntrica es el eje que conduce la propuesta de diálogo con la obra.

PLANTEAMIENTO

Todos los adultos hemos sentido, al narrar una historia que revive nuestras memorias, que por un momento podemos ser niños de nuevo, que a pesar de los años transcurridos, tenemos la capacidad de entendimiento de un niño, una visión no nubla la otra. ¿Es la edad en realidad un indicador de las etapas de desarrollo? ¿La concepción de la infancia la ubicamos como una categoría de la realidad o como un producto de la modernidad? Atravesada por el lenguaje, la interpretación de la realidad siempre permite la duda. Es debido a esta posibilidad que distintos estudios han indagado en las concepciones que tenemos de la infancia dando resultados tangibles como la creación de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) en 1990, un tratado internacional que legitima el discurso de experiencias que se venían dando de forma aislada en distintas zonas del continente. (Corona & Gáal, 2009)


Aunque es preciso señalar que el estudio de la infancia y una de sus consecuencias prácticas, la búsqueda de la participación de los niños como sujetos de derecho, se ha dado alrededor del mundo (desde ejercicios en Uganda con Dipak Naker, hasta los esfuerzos de Julio Cammarota en Arizona y Trouchon en Canadá) el análisis de este ensayo se enfoca en problemáticas sugeridas por la Novela Las Batallas en el Desierto, tempo-espacialmente delimitada en la colonia roma de la Ciudad de México de los años cuarenta.


He elegido 7 problemas que me impactan como futura profesional de la psicología y como ser humano, pues me adscribo a esta disciplina porque me permite el estudio de los vínculos afectivos. Después de describir estos problemas esbozo una reflexión final que los integra, pues todos guardan relación entre sí.

Problemas

Dialogar con una novela permite hacer más accesible el sentido de una idea e implica la expresión de las emociones de un personaje. En este documento parto de la visión de que, lejos de estorbarnos, contemplar las emociones contribuye al entendimiento de un sujeto. Así que me valdré de la voz de Carlos, el personaje creado por José Emilio Pacheco para dar voz a estas problemáticas.
Cuando inicio de esta forma me asumo enmarcada en un método no adultocéntrico. El primer discurso de Carlos emerge de la voz de un niño, o para ser más precisa, de las experiencias de un niño que formarían luego este discurso.

EL PROBLEMA DEL MÉTODO

1. “Se auguruba –sin especificar cómo íbamos a lograrlo- un porvenir de plenitud y bienestar universales. Ciudades limpias, sin injusticia, sin pobres, sin violencia, sin congestiones, sin basura”. (Pacheco, 1981)

El primer problema lo describo como la falta de métodos para resolver las problemáticas tan conocidas. En este caso las de la Ciudad de México, que aún hoy día nos afectan, pero que bien pueden ser cualquier problema de la retórica a la práctica. La distancia entre estos dos conceptos y la coherencia entre ellos la determina el método elegido. Así que explicaré a que me referí anteriormente con un método no adultocéntrico.


El adultocentrismo supone el filtro de la visión de un adulto para entender cualquier problemática, colocando al adulto con mayor autoridad frente a los niños. “Es común que las profundas estructuras adultocéntricas deriven en dinámicas que conviertan lo que podrían ser procesos efectivos de participación infantil, en momentos a veces sólo divertidos y otras veces con aprendizajes significativos para niños y niñas involucrados, pero que no derivan nunca en la posibilidad de que niños y niñas ejerzan su derecho a ser escuchados, a que sus opiniones sean tomadas en cuenta y a afectar –incluso de manera organizada, el mundo que les rodea.” (Suárez, 2009)


En realidad no es que no quiera ser adultocéntrica sino que cualquier suposición de un sujeto sobre otro para escuchar su discurso debería evitarse. La forma en que se posicionan los sujetos para comunicarse determina las formas en que ese discurso modificará la realidad.
Desde la perspectiva no adultocéntrica, los niños son mirados como sujetos de derecho que adquieren su rol en el proceso de participación y los métodos de participación implican dar voz a estos sujetos de modo que sean capaces de tomar decisiones y tanto niños como adultos comprendan ambos discursos. (Suárez, 2009) Pero nos enfrentamos con otro problema:

EL PROBLEMA DE LA PERSPECTIVA

2. “Todos somos hipócritas, no podemos vernos ni juzgarnos como vemos y juzgamos a los demás” (Pacheco, 1981)

Según la teoría psicoanalítica las relaciones con el mundo, con el exterior, se posibilitan a través de dos mecanismos que se desarrollan en la infancia, el de la proyección e introyección que propician la valoración por un lado, es decir el narcicismo, y la capacidad de relación con otros. (Carusso, 1987)
“Solamente socializando puede el individuo vivir y desarrollarse” así entendemos una concepción del sujeto, en palabras de Carusso.


Las relaciones implican un juicio a sí mismo y uno a los demás, sin embargo en la capacidad de reconocerse diferentes, de aceptar conocer al otro debilitando o fortaleciendo esa imagen, ahí se forma el sujeto. Otra concepción más proviene de Cussianovich, quien desde la pedagogía que implica la socialización afirma: “donde no hay alteridad, no hay sujeto”. (Cussianovich, 2010)


Así que no podemos vernos ni juzgarnos como hacemos a los demás, sin embargo en esta imposiblidad de mirarnos tal cual somos, requerimos del intercambio y nos formamos como sujetos.
Algunos afirman (Vasilachis de Gialdino, 2007) que ante la falta de objetividad, lo mejor que podemos hacer es asumirla. Ante la infinidad de visiones que puede haber acerca de un recorte de realidad, no hay más que explicitar el origen de esta visión y los fines a los que sirve.

EL PROBLEMA DEL CONTEXTO

3. “Si eres un niño no tienes derecho a que te gusten las mujeres. Y si no aceptas la imposición se forma el gran escándalo y hasta te juzgan de loco. Qué injusto.” (Pacheco, 1981)

Este es el problema de ser niño en una sociedad industrial.

La perspectiva socio-histórica de Philippe Ariés, que reconoce que a principios del siglo XVIII inicia la separación de los niños respecto de los adultos “refiriéndose al proceso de escolarización y de socialización en el hogar que hasta nuestros días prevalece”. (Suárez, 2009) cuestiona la necesidad de la infancia.


Antes de la sociedad industrial esta división no era necesaria porque los niños heredaban el oficio de los padres y no pasaban por una crisis de identidad que los determinaría como adultos. También debemos considerar que la infancia es la categoría que una sociedad ha construido históricamente con las visiones de lo que debería ser la infancia. Las sociedades occidentales han asexuado a los niños y los han colocado como una minoría desprotegida; cabe decir que en la Ciudad de México 198,026 de 8,851,080 fueron menores de 15 años en 2010, una clara minoría. (INEGI, 2017).


Pero si volvemos a abandonar la visión adultocéntrica y religiosa que coloca a los niños como “puros” y en consecuencia asexuados, la descripción que mira al niño como lo que no es el adulto, el producto de la modernidad que protege al indefenso del terrible futuro que le espera en una sociedad en la que se le valora por su capacidad productiva, podríamos aceptar que los niños se enamoran de los adultos, como también lo hacen los adultos de los niños.


¿Para qué negar la sexualidad de los niños que los psicoanalistas clásicos se encargaron de visibilizar? Aquella en la que las pulsiones parciales se organizan para la satisfacción autoerótica.
Como en cada situación amorosa, cada parte está en libertad de expresar si comparte o no el sentimiento amoroso y decidir si se involucra o no en una relación que pareciera de 2 partes, pero que siempre está implicada en un grupo.


La sensación de “injusticia” por ser juzgado por el grupo corresponde al principio de realidad. Aún haciendo a un lado la visión adultocéntrica, ¿sería fructífera una relación entre un infante y un adulto con responsabilidades y ritmos de vida diferentes? Evitar los juicios producto de esquemas culturales no cambiará la situación del niño sin experiencia, sin capacidades productivas (económicas) y sin capacidades reproductivas (sexuales), todas ellas no precisamente necesarias para el amor pero implicadas en la socialización. Todas ellas características de una etapa del desarrollo donde la edad es un factor influyente pero no determinante de esta categoría.


Evidentemente, esas características “infantiles” también puede tenerlas una persona de edad mayor.
A Carlos la sociedad le reprime, le llevan a hacer confesión, lo llevan al psiquiatra, por haberse enamorado de una mujer mayor; incluso la mujer de la que se enamora le niega su compañía. Ello no cambia que él sienta deseo y que no pueda eyacular, a pesar de que el sacerdote le de un manual para hacerlo.


En esta fase del desarrollo el niño tiene deseo de ser adulto. Me refiero a la latencia donde el niño se ha alejado del triángulo edípico, por lo que no es casualidad que un Carlos busque otra figura materna.
Dice Freud: “El jugar del niño estaba dirigido por deseos, en verdad por un solo deseo que ayuda a su educación; helo aquí: ser grande y adulto. Juega siempre a <>, imita en el juego lo que le ha devenido familiar de la vida de los mayores.”


Pero claro está, como advertirá el lector, que los adultos también juegan, también se enamoran de personas 20 años mayores o menores, incluso que pueden no eyacular. Estas sentencias cuestionan de nuevo la fragilidad de la concepción de infancia y fortalecen la perspectiva no adultocentrista que procura no hacer distinciones entre la importancia de la escucha a los niños.

EL PROBLEMA DEL LENGUAJE

4. “Yo ignoraba el vocabulario de su oficio y no hubo ninguna comunicación posible” (Pacheco, 1981)

Este es el problema de la diferenciación que produce adquirir un lenguaje y el del espacio que delimita el campo científico que a veces puede perder su dimensión humana.


Siempre debemos recordar la base real sobre la que hacemos el discurso científico. Los adultos a veces se alejan de los niños con su lenguaje, así como los poderes señalan con su discurso a las minorías.
Cuando a Carlos, el infante, lo llevan con un psiquiatra, los colegas hablan con un lenguaje propio, inaccesible para él. Los lenguajes deben ser una herramienta en lugar de una barrera, así que vale la pena considerar, para que el discurso científico sea compartido, la posibilidad que genera el juego, en el que los involucrados comparten su simbolización, que es “el advenimiento del lenguaje y del pensamiento”. (Sciurano, 2003)

EL PROBLEMA DE LA DISTANCIA

5. “Me juzgaban según leyes en las que no cabían mis actos” (Pacheco, 1981)

Corremos el riesgo de aplicar la lógica sobre leyes construidas teóricamente y olvidarnos de la realidad observada; corremos el riesgo de casarnos con nuestras teorías y defender con la misma lógica puntos de vista diferentes sobre un mismo caso. No hay absolutos, estamos en una época en que el discurso científico pierde validez ante la diversidad de opiniones y falta de acuerdos dentro de un mismo campo científico. Abundan hoy días estudios científicos para comprobar la falta de exactitud de los métodos científicos tradicionales. Pese a todas las descripciones científicas que hagamos, entender no basta para cambiar los sentimientos, como Carlos no deja de sentir admiración por una mujer después de sus 80 años.


Volvemos a la importancia de los métodos, por ello la observación ecológica y otras herramientas antropológicas así como el juego y la perspectiva de los estudios cualitativos invitan a romper las propias normas, los prejuicios del investigador para acceder a las normas de la población o el sujeto estudiado. Tenemos que escuchar cuando alguien siente que algunas leyes no se aplican a su realidad, ahí está la investigación.

EL PODER DE LA INFORMACIÓN

6. “Ya vez como vuelan los chismes y qué difícil es guardar un secreto”. (Pacheco, 1981)

El problema del uso de la información. No se dice en este sentido en Las Batallas en el Desierto, sin embargo me remite al secreto profesional.

La confianza que depositamos en otros, escuchar el discurso de alguien, sobre todo siendo conscientes de la intención con la que éste es expresado, nos coloca con un valor que moviliza tensiones en los espacios de socialización de la persona que emite el discurso. Es importante dimensionar que la información, aunque sólo sean palabras, dibujos, juegos, que se lleva el viento, cuando cargan una intención, son valores susceptibles de movilizar las formas de las relaciones.

A MODO DE CONCLUSIÓN

La socialización implica los problemas. En cualquier etapa del desarrollo surgirán problemas por la interacción del sujeto con su grupo, sin embargo en la forma de posicionarnos frente a ellos encontramos la construcción del sujeto, las identificaciones que definen por un lado al sujeto determinando sus límites y por el otro lado lo invitan a renunciar a ellos, entendiendo la fragilidad de las categorías y la diversidad de puntos de vista.


La forma en que nos posicionamos frente a la realidad está afectada por la perspectiva que nos formamos de ella, por el lenguaje con el que la describimos y con el que procuramos nuestra existencia, por el contexto que alimenta o rechaza la perspectiva y ofrece resistencia o impulsa los métodos elegidos para modificar la realidad.


La búsqueda de los métodos para la “solución” de “problemas”, que bien podemos llamar el diseño de formas de relaciones no deben perder de vista los elementos anteriores para generar su discurso. Además debemos considerar a los sujetos con sus cualidades sensibles, cambiantes, ambiguas y conflictivas a fin de generar acercamiento con este discurso en lugar de distancias, interacciones humanas en vez de artificiales relaciones de entendimiento lógico.


La búsqueda de los métodos existe para relacionarnos con la realidad, entenderla, interpretarla y actuar en consecuencia.

NOTA

Originalmente titulé a este ensayo «En búsqueda de métodos para librar batallas» en 2017 y lo ofrecí a una maestra muy querida Minerva Gómez Plata que había trabajado como terapeuta pero decidió involucrarse en el camino de las leyes en defensa de los derechos de los niños porque quería afectar con su trabajo a más personas. Le agradezco.

¿Quieres leer Las Batallas en el Desierto?

BIBLIOGRAFÍA

Carusso, I. (1987). Naricismo y socialización. D. F., México: Siglo XXI.
Corona, Y., & Gáal, F. (2009). Estrategias participativas para niños: algunos aportes para escuchar a los niños y realizar consultas infantiles. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco; Universidad de Valencia.
Cussianovich, A. (2010). Pedagogía de la ternura. Lima: IFEJANT.
Pacheco, J. E. (1981). Las batallas en el desierto. Ciudad de México: Era.
Sciurano, G. B. (2003). Arte y participación (Vol. Anuario 2002). D. F., Mexico: UAM-X.
Suárez, G. S. (2009). Participación infantil: derecho a decidir. D.F., México: Derechos Infancia México A. C.
Vasilachis de Gialdino, I. (2007). Estrategias de investigación cualitativa. Argentina: Gedisa.

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There are 3 comments

  1. Minerva Gómez Plata.

    Hay mucho camino por hacer, sobre todo sensibilizar la mirada adulta hacia los niños y niñas para lograr desnaturalizar las formas adultocentricas de relación. Gracias por compartir y permitirme revalorar la labor docente. Un abrazo!

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