Shiva como Nataraja, es el danzarín cósmico, símbolo central en la tradición hindú. Su danza representa la creación, destrucción y equilibrio del universo. Este gesto divino está lleno de significado espiritual y filosófico, y se vincula con la transmisión del conocimiento místico a través del cuerpo y la expresión artística. La historia mitológica de Shiva danzando para Shakti, observados por Matsyendranath, establece una conexión entre la danza y el origen del yoga como práctica sagrada.
A lo largo del tiempo, esta espiritualidad se ha transmitido mediante los Upanishad, textos fundamentales que revelan las enseñanzas más profundas del yoga. En ellos se abordan conceptos como Brahman, la realidad absoluta y suprema, y Atman, el ser interior, eterno e inmortal. El Mandukya Upanishad describe los cuatro estados de conciencia a través del sonido sagrado OM, mientras que el Svetasvatara Upanishad enfatiza el papel del yoga y la meditación como vías para experimentar la verdad última.
En India, el arte —especialmente la danza y la música— ha sido un puente entre lo humano y lo divino. En rituales y expresiones devocionales, el cuerpo se vuelve instrumento de trascendencia, invitando al practicante a contemplar la belleza como revelación de lo sagrado. La danza en el origen del yoga es una realidad. La manera en que se crea una conexión con el cuerpo a partir de la respiración y la consciencia nacen de una revelación divina, que a su vez dejó ver los principios fundamentales de la práctica y la existencia.
Shiva es una de las deidades más importantes del hinduismo. Junto con Brahma y Vishnu, forman una trinidad. A Shiva se le conoce como el principio destructor y renovador. Su danza o Nataraja, representa la energía cósmica en perpetuo movimiento.
La figura de Shiva como danzarín cósmico, conocido como Nataraja, es una de las representaciones más emblemáticas del hinduismo. Su danza simboliza la creación, la destrucción y el equilibrio del universo, reflejando las creencias filosóficas y espirituales de la India antigua. Históricamente, esta representación ha evolucionado desde las tradiciones védicas hasta su consolidación en el periodo medieval, Estas esculturas muestran a Shiva con cuatro brazos en una postura de danza, rodeado por un aro de fuego, pisoteando al demonio Apasmara, quien representa la ignorancia y el ego.
Cuenta el mito que Shiva quiso hacer un regalo especial a su consorte Shakti, lo hizo a través de una danza en una noche frente al lago. Mientras ellos bailaban, un pez, Matsyendranath los observaba y consideró tan valioso lo que miró que quiso compartirlo como un tesoro para la humanidad.
Algunas de las enseñanzas fundamentales del yoga se expresan en los textos más antiguos que guarda la tradición del yoga, los upanishad.
La interpretación del nombre Upanishad varía; algunos afirman que es una palabra sánscrita compuesta, “Upa – ni – sad”, que significa “sentarse a los pies o en presencia de un maestro”, según algunos otros, significa “romper” o “destruir” las ataduras de la ignorancia. El nombre fue elegido para evocar la imagen de aspirantes que se “acercan” a algún sabio vidente en reclusión de un bosque del Himalaya, con el fin de aprender de él las verdades más profundas sobre el universo cósmico y Dios. También se les conoce como Aranyakas, “Libros del Bosque”.
Otra razón para este nombre es que estaban destinados para los Vanaprashtas (aquellos que, después de cumplir con todos sus deberes en el mundo, se habían retirado al bosque para dedicarse al mundo espiritual). Las Upanisad son identificadas como el Vedanta, es decir, el fin o la meta última de la sabiduría (“Veda”, sabiduría; “anta”, fin), Las Upanisad son cumbres veneradas del antiguo pensamiento y cultura indoaria, constituyen la porción de sabiduría o Gñana Kanda de los Vedas, en encontraste con la sección Karma Kanda. En cada uno de los cuatro grandes Vedas, conocidos como Rig, Yajur, Sama y Atharva, se encuentra una extensa sección que aborda principalmente rituales y ceremonias, con el propósito de mostrar al ser humano cómo, a través del camino de la acción justa, puede prepararse para alcanzar logros superiores.
En los upanishad se encuentran conceptos clave del yoga como Bhraman y Atman, representados en el bija mantra o canto raíz “AUM” u “OM”.
Brahman se considera la realidad fundamental que trasciende la dualidad de la existencia y la no existencia, sirviendo como la base absoluta de la que emergen el tiempo, el espacio y la ley natural. Brahman también se entiende como la conciencia divina, un espíritu supremo y universal, eterno e inmutable.
Los hindúes creen que Brahman está presente en todo el universo y que todos los seres vivos llevan una parte de Brahman en su interior, conocida como Atman.
Atman es el principio o la primera causa. Es la única realidad. Proviene de la raíz que significa “obtener, comer, disfrutar o pearmibilizar todo”. El Atman es el más elevado, sabio en todo, poderoso, libre en todas las características del Samsara, como el hambre, la confusión el dolor, etc. Es eterno, puro, inteligente y libre. Es sin nacimiento, imperecedero, eterno, inmortal, sin miedo y sin igual.
Brahman abarca todo y Atman es Brahman. El sí mismo, Atman se manifiesta en cuatro estados.
La primera condición es la vigilia de la conciencia, orientada hacia el exterior; disfruta de los siete elementos externos en su estado bruto.
La segunda condición es el sueño de la consciencia; se mueve hacia el interior y se deleita con los siete elementos internos sutiles, inmersa en su propia luz y soledad.
La tercera condición es el sueño profundo de la consciencia en silencio, donde no hay deseos ni visiones oníricas. Este estado de profundo sueño es de unicidad, una masa de consciencia en calma, compuesta de paz, y experimenta paz. Esta consciencia silente es omnipotente, conoce todo, es la regente interna, la fuente de todo, el principio y el fin de todos los seres.
La cuarta condición es Atman en su estado puro: la vida despierta de la consciencia suprema. No es consciencia exterior ni interior, ni semiconsciencia ni consciencia dormida, ni consciencia ni inconsciencia. Atman es el espíritu mismo, más allá de toda distinción, inefable, que no puede ser visto ni tocado. La prueba suprema de su realidad reside en la unión con él. Es el culmen de la evolución y de la no dualidad, emana paz y amor.
Om. Esta palabra eterna engloba todo: lo que existió, lo que existe y lo que existirá, así como lo eterno más allá. Todo está contenido en Om.
Este Atman es la eterna palabra Aum. Sus tres sonidos, A, U y M, representan los tres primeros estados de consciencia, éstos a su vez son los tres sonidos.
El primer sonido, A, simboliza el primer estado de consciencia despierta, común a todos los seres humanos. Se encuentra en las palabras Apti, “alcanzar”, y Adimatvam, “ser el primero”. Quien comprende esto alcanza verdaderamente todos sus deseos y se convierte en el pionero de todas las cosas.
El segundo sonido, U, representa el segundo estado de consciencia durante el sueño. Se halla en las palabras Utkarsha, “elevación”, y Ubhayatavam, “ambos”. Quien comprende esto eleva la tradición del conocimiento y logra el equilibrio. En su familia, nunca nacerá alguien que no conozca a Brahaman.
El tercer sonido, M, denota el tercer estado de consciencia en el sueño profundo. Se encuentra en las palabras Miti, “medida”, y en la raíz Mi, “terminar”, que da lugar a Apiti, “último final”. Quién comprende esto medirá todo con su mente y alcanzará el Último Fin.
El sonido unificado de la palabra Om representa el cuarto estado de consciencia supremo. Alcanza más allá de los límites de los sentidos y marca el término de la evolución. Encierra la esencia de la no dualidad y la manifestación del amor divino. Aquel que comprende esta realidad dirigirá su ser hacia la suprema esencia del sí mismo.
I
Los rishis, hablando sobre Brahman, preguntan: ¿Es Brahaman la causa? ¿De dónde nacemos? ¿Por qué vivimos? ¿Dónde moramos al final? Por favor, dígannos, ustedes que conocen a Brahaman, bajo cuya guía permanecemos, ya sea en el placer o en el dolor.
Se podría decir que es el tiempo, la naturaleza, la necesidad, el azar, los elementos, la matriz, la conciencia o, bien, una combinatoria de todas. Sin embargo, ninguna de las anteriores puede ser la causa, ya que hay un Atman. Y ni siquiera el Atman tiene poder sobre la fuente de placer y el dolor.
Los sabios, absortos en el yoga de la meditación, descubrieron el poder creativo perteneciente al Atman mismo y oculto en sus propios atributos. Sólo uno gobierna sobre todas esas causas: el tiempo, el yo y el resto.
II
En el umbral del yoga, permitan que el sol armonice nuestras mentes y órganos con el ser supremo, conduciéndonos hacia el conocimiento de la realidad. Que sostenga, con los poderes de las deidades que gobiernan los sentidos, nuestro cuerpo, la entidad material sublime. Con las bendiciones del divino sol y nuestras mentes fundidas en el ser supremo, nos entregamos con todo nuestro ser a la meditación, sendero que nos eleva hacia el Cielo (Brahman).
Que el sol, con su gracia, favorezca a nuestros sentidos y mente, y los entrelace con el ser, para que, dirigidos hacia el bienaventurado Brahman, desvelen, mediante el conocimiento, la magnificencia del radiante y poderoso Brahman.
En el shiva Pradosha stotra tenemos una de las primeras referencias a la danza de Shiva donde Sarasvati aparece tocando la vina, Indra la flauta, Bhrama sostiene los símbolos marcando el tiempo, Lakshmi inicia una canción, Visnu toca el tambor y todos los dioses se colocan de pie alrededor, la referencia indica que se reúnen a atestiguar la danza celestial y a escuchar la música del coro divino a la hora del amanecer.
En la India, la expresión corporal ha sido un medio de conexión con lo divino, vinculada a los rituales tántricos y al bhakti (devoción). Los conceptos de su filosofía cobran vida a través de cantos y danzas que aún hoy día rememoramos y que nos invitan a ver la belleza como un estado de la realidad que se revela al observador atento, o como dice el dicho: “mirar la belleza de Laila, requiere los ojos de Majnun”.
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