El origen de la historia del yoga se pierde en la oscuridad de los tiempos. Inició como un conjunto de prácticas chamánicas en las que hombres y mujeres compartían ceremoniales y pedían bienes para la comunidad. Las primeras evidencias del yoga se remontan a 2500 a.C., desde entonces las piernas flexionadas en postura meditativa han identificado a esta manifestación cultural; la más antigua arcilla muestra a un hombre en dicha postura elevado del suelo. Por estos tiempos algunas prácticas incluían sacrificios, de ahí que se relacionara al yoga con el ascetismo.
El primer libro que guarda las enseñanzas del yoga está compuesto por 1028 cantos que guardan enseñanzas, rituales, y ceremonias que se basan en principios más que en personas, lo llamamos Los Vedas.
«Ekam sat vipra bahudha vadanti«, el que existe es Uno, los sabios le dan diversos nombres. Así dice uno de sus versos, mostrando la esencia de la filosofía, vedanta: una visión no dualista de la existencia, advaita.
Más tarde estos ofrecimientos se simbolizaron y los sacrificios físicos dejaron de ser necesarios. Se escribieron los Upanishads (800 a. C) con una estructura muy accesible, como preguntas entre maestro y alumno, así como hicieron los griegos que encontrarían su apogeo 3 siglos más tarde.
Por un lado el pensamiento filosófico empezaba a ser más accesible con esta forma simple de explicarlo, también se socializó el conocimiento porque ya no era visto como perteneciente a unos cuantos ascetas excluidos, sin embargo el concepto de karma y dharma cobraron fuerza y sirvieron como órgano de control del Estado. Fueron tiempo difíciles, pero la revolución espiritual llegaría más tarde.
Otro libro que marca la historia del yoga, quizá el más famoso en occidente, es el Yoga Sutra, hilo conductor del yoga. Chiquitito en comparación son los anteriores, apenas 196 aforismos, pero popular por su forma de organizar el conocimiento sistematizando en 8 pasos al yoga.
Patanjali, un hombre de letras, es a quien atribuimos la autoría de los sutras que datan de cerca del 200 a.C. Hasta este momento, salvo las primeras prácticas chamánicas, el yoga era practicado por hombres.
En el 500 d.C. el pensamiento y prácticas de una región que no había sido conquistada por los indogermánicos sacudieron a la India. Se reivindicaba el acceso a prácticas religiosas, se traducían a distintas lenguas los conocimiento guardados en sánscrito y las mujeres eran incluidas abriendo la exploración al funcionamiento de la energía femenina.
El tantra yoga le daba valor al cuerpo mismo, ya que era considerado una herramienta para alcanzar la iluminación, a diferencia del yoga pretántrico en el que apenas se practicaban unos cuantos ejercicios sentado y acostado y se ponía énfasis en que el cuerpo sirviera a la mente o incluso se abandonara (como los ascetas) para acercarse al estado de muerte relacionado con la transformación o como un acceso a la iluminación.
Luego, Assam y Cachemira fueron la casa del Hatha Yoga, la consecuencia que trajo el desarrollo del tantrismo. El Hatha Yoga rechazaba la rueda del karma, incluía tintes mágicos que lo hacían buscar la inmortalidad, proponía ásanas para hombres y mujeres que imitaban a los animales y estaba en búsqueda del Siddhi, traducido regularmente como éxito. Un siddhi es aquél practicante que «ha adquirido la capacidad de lograr lo que quiere en este mundo, pero que no aspira a más en el sendero de la evolución espiritual»*.
Los rasgos del Hatha Yoga se encuentran en el Hatha Yoga Pradipika, luz sobre el Hatha Yoga, escrito por Svatmarama en el siglo XIV a modo de una especie de manual, aunque las prácticas se desarrollaron desde el siglo VIII.
Hasta aquí la brevísima historia del yoga. Echemos un tecito para desarrollarla más.
Escrito por: Diana Pérez
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Me encanta 🙂
Me encantó la historia del yoga es muy interesante… Muchas gracias maestra por mostrarnos lo maravilloso del yoga 😉
Woow! Súper interesante!!
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