El día más sagrado del año en el calendario budista conmemora el nacimiento, iluminación y trascendencia de su figura central
También conocido como Buda Purnima, Buda Jayanti, Festival de la iluminación, Día triplemente sagrado o, simplemente, Día del Buda, el festival Wesak cobra cada año más relevancia en el mundo, como el equivalente budista a la Navidad cristiana.
Explica la tradición que fue bajo el influjo de la luna llena de Tauro cuando, rodeado de privilegios materiales, Siddharta Gautama nació en Lumbini (Nepal) hace aproximadamente 2 mil 500 años.
Se dice que también fue en el plenilunio de Tauro cuando, a sus 29 años, meditando al pie del árbol de Boddhi, Siddharta se convertiría en el Buda o ‘el iluminado’.
Y lo triplemente sagrado le viene a este día porque, coincidiendo con la misma alineación celeste, a sus 80 años, habría entrado en su meditación final o “Maha Samadhi”, abandonando el cuerpo físico.
Es curioso que, aunque más y más “buscadores” sigan acercándose al budismo cada año, tan poco se hable aún de esta celebración, que comenzó a cobrar visibilidad, en parte, gracias a que la UNESCO nombró el Día internacional Wesak en 1999, a manera de reconocimiento a la valiosa contribución del budismo al bienestar de la humanidad.
De hecho, apenas en 2021, la Casa Blanca abrió sus puertas para albergar una ceremonia con esta temática por primera vez.
La esperada luna llena ocurrirá este año el domingo 15 (23:14 horas tiempo del centro de México).
Como toda fiesta, esta suele traer ceremonias, vestimentas bellas, comida especial, flores, danzas, luces de colores y música, pero centrarse solo en esas expresiones significaría perder la joya esotérica que ofrece como una potente práctica espiritual.
Revisitar y difundir las enseñanzas que constituyen el corazón del budismo es una práctica central este día: las nociones de las Cuatro Nobles Verdades (La verdad del sufrimiento, La verdad de la causa del sufrimiento, La verdad del cese del sufrimiento, y La verdad del camino que conduce a la liberación del sufrimiento) se repasan a conciencia, idealmente, en la práctica de los días previos al Wesak, junto con el camino óctuple o el mapa que habría dejado el Buda para escapar del laberinto del sufrimiento humano.
De acuerdo con la enseñanza de algunos grupos, como los de sanación pránica o la Gran Hermandad Blanca, el Buda prometió volver cada año al ocurrir dicha alineación celeste, para derramar sus bendiciones sobre el planeta entero y asistir a cualquier practicante sincero a liberarse de las cadenas de sufrimiento, en una ceremonia que se lleva a cabo en el secreto Valle de Wesak, del que solo se sabe que se ubica en los Himalayas.
Se anima a los devotos a prepararse para ser conducidos a participar en este momento multidimensional que ocurre por 30 minutos a partir del momento exacto de la luna llena, haciendo prácticas de meditación, oración y purificación.
En este encuentro, que ocurriría en varios planos, incluyendo el físico, se reúnen cada año maestros y aspirantes formando ciertos patrones geométricos que propician que la luz derramada sea anclada en la Tierra. Y a pesar de que la mayoría de los participantes se contenta con la idea de participar en el plano etérico (en meditación o en sueños), muchos practicantes peregrinan hasta las inmediaciones de lo que creen que es el mágico punto de encuentro físico, en una meseta tibetana con forma de “cuello de botella”.
En cualquier caso, es un buen momento para ayunar, hacer limpieza de altares, actos de caridad y servicio, así como para afinar la mirada compasiva en todo ámbito de la experiencia.
No son pocos los practicantes que reportan haberse hallado en trance durante el periodo de Wesak, o haber visitado el Valle en sueños; y mientras unos creen que podría ser solo producto de la sugestión o una proyección del deseo de participar en el esotérico y mítico evento, otros concluyen que siempre será bienvenida una razón más para aplicar extra diligencia a las prácticas espirituales cotidianas, realinear nuestras más profundas intenciones y renovar la voluntad de purificación y constante transformación.
Importante aclarar que si bien no todas las sectas budistas aceptan de tan buena gana la creencia de la ceremonia anual etérica (por no figurar esta en los documentos históricos o como parte de los cánones teológicos que los académicos toman como válidos), sí todas tienen por especial este día y animan a ofrendar la práctica a la instauración de la paz en el mundo y en el corazón de todos los seres sintientes.
En ocasión del también llamado Día de la Luz (no confundir con la fiesta hinduista conocida como Día de las Luces o Diwali), múltiples grupos que celebran festivales de Wesak alrededor del mundo recitan una plegaria llamada La Gran Invocación, propuesta por el maestro tibetano Djwhal Khul en 1945, y cuya traducción original reza así:
Desde el punto de Luz en la Mente de Dios,
que afluya Luz a la mente de los hombres;
que la Luz descienda sobre la Tierra.
Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios,
que afluya Amor a los corazones de los hombres;
que el Cristo retorne a la Tierra.
Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida,
que el propósito guíe las pequeñas voluntades de los hombres,
el propósito que los Maestros conocen y sirven.
Desde el centro que llamamos la raza de los hombres,
que se realice el Plan de Amor y Luz
y que selle la puerta donde mora el mal.
Que la Luz y el Amor y el Poder restablezcan el Plan sobre la Tierra.
Toda práctica para purificar, contemplar e intensificar la devoción del practicante es adecuada para el periodo de preparación, que suele ser de seis días. Estas son algunas de las más tradicionales:
World Pranic Healing Foundation
Fundación Mexicana de Sanación Pránica
Para los practicantes budistas, la luna llena de Tauro marca el día más sagrado del año.
La tradición cuenta que participar en la meditación de Wesak facilita el fortalecimiento espiritual del practicante sincero.
La palabra Wesak o Vesak se deriva de Vesākha en Pali (lengua original en la que el Buda enseñó), que es el nombre del mes lunar correspondiente a la fiesta.
Por Haydé Murakami
No había inexistencia ni existencia, entonces.
No existía la atmósfera ni el cielo que está más allá.
Fuente: Engyn Akyurt via Pexels.com La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones…
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Muy buen artículo para las personas que estamos empezando a conocer sobre el budismo. 🙂
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